La cuestión muy visible es que la discriminación nunca se ejerce sobre los sectores poderosos de una sociedad. Estos han logrado siempre, a través de múltiples mecanismos económicos, sociales y culturales imponer sus intereses y su propia visión del mundo como la hegemónica y traducirlos como interés general de una sociedad.
La discriminación se ha ejercido siempre sobre todo aquello que se aparta, aquello que es diferente de lo hegemónico ya sea en lo social, en lo político o cultural.
- Lo "diferente" por razones de nacionalidad, religión, raza, elección sexual, edad etc.
- Lo "diferente" en razón de su condición social o económica: los excluidos: los pobres.
- Lo "diferente" en función del sexo: las mujeres.
Toda discriminación está basada en lo que se denomina el prejuicio, que como su nombre lo indica, son conceptos previos al razonamiento. Algunos que vienen casi desde el origen de las sociedades humanas como el ejercido contra las mujeres, otros también muy antiguos como el basado en las diferencias de opinión ya sea religiosa o político ( los judíos) y otros de la era industrial: la xenofobia, el racismo, y el muy alarmante rebrote actual de éstos fenómenos. Estos últimos tienen clarísimas causas en el desempleo y el empobrecimiento sucedido como consecuencia de las políticas de ajuste estructural en todo el mundo y que convierten a los discriminados en claros chivos expiatorios del malestar social.
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